domingo, 7 de diciembre de 2008

Hoy entendí el porqué de la bruma en las mañanas.
El horizonte es mentira.
Dibújame incrustada en piedra, entre la hiedra.
Toquetearé cual golondrina en tus ventanas. (Seré una de aquellas que no volverá)


Bailemos.
Mírame a los ojos, esos que siempre velarán por ti.
No soy más que una silueta en el humo de todos sus puros, un rubor entre las sábanas o... tal vez, la sombra de un sueño en el instante justo de despertar.
Ir a trabajar.
Temblar.


Me cambió la vida un nombre, sólo eso, una azarosa agrupación de letras.
Un halago escrito y ni siquiera a puño y letra.
Una imagen moviéndose lejos, muy lejos.
Un rostro a imaginar.
El mar.


Me aburren las preguntas de siempre, no soy lo que hago ¿Entiendes?
Dime cómo suena el veneno de la vívora.
Dime a qué sabe un último aliento.
Si miento.


Despierta en mis manos los versos ¿No?
O cierra la ventana por fuera sin decir adiós.

1 comentario:

Tania Alegria dijo...

Siendo la excelente prosista que eres, no admira la ancha envergadura de tu poesía. Hago votos porque continúes trabajando en ambas vertientes.

Un abrazo afectuoso.

Marién