martes, 17 de noviembre de 2009

Las cuerdas

Ha llegado el momento de decidir hacia dónde vamos. Quién tiene mis cuerdas.
Primero fue el titiritero. Allí estaba yo, disfrazada con barniz brillante, bailando todas las noches al son que él tocaba. No me importó que me tirase a cualquier rincón, no me importó que no me sacase todas las noches, ni que tuviera mil muñecas más con las que divertirse.
Mis palos estaban enredados en sus manos, él manejaba mis cuerdas a placer y me costó años cerciorarme de que ni siquiera se daría cuenta si un día me iba de allí.
Tuve la suerte de que un día me tiró lo suficientemente lejos para poder marcharme.

Después llegó el secuestrador. Sí, llegó de la nada y me ató con él. Como siempre, es el que menos lo esperas, es casi un amigo de toda la vida, sí, que conoce bien a la víctima.
Pasé con él día y noche, le vi, le oí, conocí a sus secuaces, contemplé su vida muy muy de cerca, casi llegué a quererle sabiendo que éste sí se daría cuenta de si yo no estaba.
Pero su pago llegó y desapareció, se fue a seguir con su vida, a secuestrar a otra y me olvidó.

Después llegó el chico del teleférico y mis cuerdas tuvieron que estirarse mucho, mucho más que cualquier otra vez, llegaron a kilómetros y kilómetros de distancia.
Él, cada cierto tiempo, se enganchaba a las cuerdas y a través de ellas venía y se volvía cuando quería. Venía y se quedaba un par de días, sí, luego se iba otros tantos... y al final, estaba tan lejos que nunca sabía cuando volvería. Aunque sí sabía que estaba enganchado siempre en mis cuerdas, pero le gustaba demasiado entretenerse, tanto, que un buen día, ya no apareció.

Después vino el mago, hacía siempre la misma función el mismo día, hacía aparecer mi cuerda junto a él todas las semanas, todas el mismo día, aparecía unas horas y de repente ¡Chas! Ya no estaba. Así cada semana, a veces incluso, funciones de 48 horas, todo un maratón de magia. Pero esta vez... esta vez fui yo la que me aburrí de ver siempre el mismo truco. La magia se paga con ilusión, y, como el dinero, no es ilimitada.

Claro está que durante todo este tiempo vinieron aventureros a usar mis cuerdas como liana, como goma para hacer puenting, o incluso como cordoncito para atarse los zapatos cuando se había roto el suyo, claro está que no se quedaron mucho, pero fue divertido.
Ahora mis cuerdas están guardadas en mi cajón, debajo de mi cama, gastadas y sucias, casi inservibles.
Así que ahora, cada vez que conozco a alguien nuevo le pregunto ¿A qué te dedicas? Y si es titiritero, secuestrador, trapecista de largas distancias o mago, guardo mis cuerdas de nuevo...



...y me voy a dormir.

sábado, 17 de octubre de 2009

La mano derecha

La esposa que maneja las finanzas en la casa. La compra, los recibos y el colegio de los niños.
La secretaria que controla el horario de su jefe, quien llama y quien no, quien entra y quien sale, a qué hora y donde. Cuándo. Cómo.
La animadora del partido "hurra por nuestros compañeros, todos venís, pero no todos venís a verlos".
Enfermera en tiempos de guerra. Curas, vendajes, inyecciones, antibióticos, analgésicos... una mano que agarre fuerte la tuya mientras mueres.
La niñera, la mano que mece la cuna, biberones, un chupete cuando no pueden dormir, la cara que recordarán siempre que necesiten consuelo. La mano que mece la cuna es la mano que dominará el mundo.
La costurera, manos rápidas y letales, sí, de punta en blanco para la fiesta, y en sus manos queda el último retoque. La novia se casa. La ex novia quiere estar perfecta. Cose costurera, remiéndame.

Yo, por ahora, quiero ser la segunda de a bordo. Quiero ser la concubina favorita del emperador.
Quiero ser la primera esposa en el harén.
La primera de las diosas que conquistó a Zeus.
Quiero ser la hija mayor, la primogénita.
Quiero ser la favorita del rey.
La discípula aventajada del maestro.

Quiero gozar de eso que otros no saben disfrutar en todo su esplendor. El favor que te otorga un líder. El privilegio justo que exige lealtad a cambio de poder reflejo sin responsabilidades.
Y yo soy la más fiel de todas esas perras.

martes, 4 de agosto de 2009

Aun creo creer

A veces se me olvida la desesperanza. Me amanece. Juguetea la brisa entre las cortinas.
Me inundan mundos de luz, cuerpos celestes, parece que alguien, en algún lugar, creó algo mágico. Algo sin idiomas ni barreras de edad o sexo. Algo mucho más profundo que unas convicciones o un ideal.
Místico.
Algo que entra salvajemente a través de la piel y te acaricia el corazón. Canta en el alma. Seduce. Ilumina.
Unas manos corruptas y sucias que crean halos de misterio. Una moral más que tachable que puede enseñar a vivir de otra manera. Un mago con defectos de fe y de camas. Un alquimista perdido en líos de faldas. Hace magia igual.
Un maestro sin juicios ni cargos. La magia importa, no tanto la mano que chasqueó los dedos.
Por eso a veces se me olvida la desesperanza.
Pese a todo aquello que repugna del mundo. Pese a las tragedias, los odios, el rencor... aun podemos dejarnos iluminar por algo, por algo que alguien creó. Algo en lo que alguien creyó. Unas manos perecederas capaces de hacer algo eterno.
El arte te ahoga tan suavemente...
Baila conmigo este vals que alguien creó. Mécete con estos pasos que inventaron. Luego nos diremos unos versos que leímos, que un poeta muerto de hambre, sucio y sifilítico escribió y que describe mejor el amor que nosotros que tanto nos amamos.
Cuéntame una historia anónima y asómbrame.
Sólo quiero el placer de las palabras.
Hazme vivir.
Así.

lunes, 3 de agosto de 2009

Gris

Hoy cae sobre mis ojos un ligero velo gris. No hay demasiado en lo que creer. Está vacío. Todo está vacío.
El error de la comparación es un dolor mudo y sordo, traicionero, desde nuestra boca a nuestra mente, quemando todo lo que va encontrando a su paso.
Ya no se escriben cuentos como antes, con ratoncitos cantores y pájaros traviesos y llenos de vida. Ya no queda esperanza para un alma entristecida por algún cruel hechizo. La chica tímida del final de la calle convertida en princesa.
Víctimas de las comedias románticas adolescentes. De amores imposibles entre criaturas místicas y maravillosas. Belleza como aroma de vida. Como requisito indispensable para ser merecedor de una caricia verdadera.
Pero la verdad, como la belleza, va tornándose taciturna y quebradiza con el paso del tiempo.
Ya nada es para siempre. Nada. Siempre sigue siendo demasiado tiempo. Nadie pretende estar avivando una llama eternamente. No ahora que hay gas natural y podemos tener fuego al alcance de girar una ruedecita.
Ya no vale la pena estar pendiente de algo. Cuidarlo. Parece que ya hasta los niños se crian solos.
Hemos llegado al momento del cariño automatizado. Un halago y un beso a las tres y a las seis, quizá un abrazo a las nueve y así cada día. Para ver si del mero roce se consigue aumentar la cifra de años y años. Ocupados.

Rezando cada noche porque no se apague esa estrella. Que ya no queda otro brillo a lo lejos al cual mirar. Acúname. Duerme conmigo.

miércoles, 10 de junio de 2009


Hay tanto que escribir, y tan poco que sea importante.
Luce un sol ambiguo sobre la ciudad.
Suelo preguntarme si todo lo que vivimos nos influye. TODO. Son demasiadas cosas para convertirse en matices de un cuerpo tan pequeño. Microscópico.
Aquel color que sólo viste una vez. Tatuado en la piel de vete a saber qué sujeto en vete a saber qué bar de mala muerte.
Unos ojos capaces de decírtelo todo. De contarte vida y obra en verso de miles de poetas en una miserable fracción de segundo.
Me paso la vida escribiendo mentiras.
Ninguna mirada me ha dado nunca todas las respuestas. De hecho, no me ha dado ni siquiera una respuesta. Para mí cada mirada con la que me cruzo en cada calle de cada ciudad, no me ofrece más que preguntas. Absurdas preguntas.
Puede que algunos nazcamos sólo para ofrecer respuestas, sin tener derecho a que nadie solvente nuestros problemas por propia voluntad.
Caminamos, intentando buscar en las esquinas algún papel que nos vaya guiando. Una flecha. Un semáforo. Una señal.
Un final para todos nuestros medios. Luchar por algo. Luchar por alguien.
Pero la búsqueda suele fracasar día tras día. Noche tras noche acabas en esta o aquella cama, envuelto entre unas sábanas infieles que te cantan la misma nana todas las noches. Una en la que te aconsejan cerrar los ojos y dormir para no ver lo que viene con la madrugada.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Mal contemporaneo

Un alma joven que se va, desaparece
cuando aun tiernos son los labios y la tez
cuando no tientan las tintas de vejez
a esas ansias e ilusiones que decrecen

Dime por qué volaste, pajarillo
de cabeza hacia el suelo y sin frenar
cuando hay tanto horizonte al que llegar
y en la calle chocolate con barquillos.

Un hueco a ocupar, vacío en este mundo
unos hijos que ya nunca nacerán
cuando en el suspiro de un solo segundo

una triste niña se deja resbalar
un corazón marchito y moribundo
que ya no sirve para hacerla despertar.

martes, 12 de mayo de 2009

Orgullosa

Me preguntaban si estaba orgullosa de ser lo que soy. De ser como soy.
Y con la cabeza muy erguida dije que sí, siempre decía que sí. Y orgullosa estaba. Tanto como iracunda conmigo misma.
El orgullo es algo que se nos pega a la piel, como la melaza, la pintura o la grasa de un coche. Sólo que es imposible de quitar.
El orgullo es también aquel que nos hace querer seguir adelante, prosperar, luchar... sobrevivir. Es quien seca nuestras lágrimas y quien nos impulsa a tomar decisiones, quien nos hace defendernos y, a veces, atacar a otros.
Es quien nos hace equivocarnos, pero nos ahorra reproches. Nuestros propios reproches. "Lo hice por orgullo, sí, pero no iba a dejar que me pisotearan".
El orgullo es quien me hace estar así, aquí, el que me ha impedido ceder toda mi vida. El que ha fortalecido mi brazo para no dejarse torcer, el que ha levantado mi barbilla por encima de todas sus dudas, el que ha tensado mis músculos cuando ha habido que responder, el que ha puesto punto y final en tantas historias.
Mi orgullo.
Y a veces tengo miedo. Miedo de quedarme sola con mi orgullo. Miedo de que sea ese frío espectro el que me abrace por las noches, mientras, ilusa, sueño con otra compañía por la que, vive Dios, no sería capaz de ceder al cien por cien.
Por eso sigo sin saber si hay algo en mí que tiende a lo imposible, para no ser yo la única causa del desastre. O tal vez haya algo en mí que incite a explorarme y a huir después.
Como una serpiente venenosa, un explosivo, un animal salvaje y potencialmente peligroso.
Condenada a una lucha interna y eterna.
Creo que ya puedo afirmar que no ESTOY orgullosa. Para mi pesar.. SOY orgullosa.

lunes, 20 de abril de 2009

Hoy sale el Sol

Hoy se me cuela un luminoso inquilino por la ventana, rasga mis cortinas, incluso atraviesa mis persianas bajadas veinticuatro a siete.
Parecía que no iba a arrancar jamás, que iba a perderse en pos de un rocío mañanero quebrantahuesos. Pero aquí está, aquí está de nuevo.

Nace el invasor entre las nubes
reclamando un sitio a hoz y espada
armado como don de luz cegada
calentando almas grises en la urbe

Se ha clavado en el cielo del abismo
relajado rey de todas nuestras albas
esperanza es, que raya, tras la calma
activando cada gen del organismo

Revive aquellas vívoras dormidas
lenguas azules pueblan por doquier
los niños vuelven a tostar hormigas

porque la lluvia ya les deja hacer
y se reunen en la calle las amigas
para ver cuantos retoques cometer

jueves, 16 de abril de 2009

Frágiles

Nunca sabes realmente cómo son las cosas de frágiles. En qué momento se rompe un corazón es casi palpable, pero cuando se raya no nos damos cuenta.
Cuando la inocencia empieza a perder su brillo, cuando los bordes se cuartean y se van perdiendo mientras andas.
Como desde un cristal rayado no se vuelve a ver igual.
Empiezo a tener miedo de sacar mi alma a la calle, por si se cae y se me rompe, por si me empujan y caigo sobre ella, quedándome con sus esquirlas clavadas en el pecho. Sangrando.
Parece que cuanto menos se tiene menos suerte hay, que a perro flaco todo son pulgas, o eso dicen, parece mentira que no lo supieras ya. Pareces tonta.
Hasta que llega un momento en el que no sabes si has hecho bien o has hecho mal por tener ilusiones, por correr hacia el horizonte o mirar hacia el sol, si tus córneas estarán dañadas para siempre y no podrás volver a ver nunca más (siempre habiendo partido de la falacia de que valiese la pena).
Y... ¿De qué valdría tenerlo todo si por no romperlo jamás se usase?
Deja el corazón latiendo que no sirve para más, a ver si por amor lo resquebrajas, que viva siempre en gris.
Y todo esto ¿Por qué? Porque quiero consolarme por haberlo roto. Todo. Cuando no tengo suficiente para reemplazarlo.

lunes, 6 de abril de 2009

Dejar de dormir

Cada noche un sueño delirante
La sombra perdida del día
La fecha torcida
Una fase Rem intranquila y distante

Morfeo hoy intenta asfixiarme
Soy la musa que sigue dormida
La flecha perdida
Espada que sigue erguida y cortante


El alba ha llegado a olvidarme
Cuando entre sábanas se agita la vida
Se marcha vencida
Deja un cruel sol para despertarme.