lunes, 22 de diciembre de 2008

Sin él

Quería que se diese cuenta de cuan grave era el problema, si sus trastadas me daban igual.
Parecía confundir con amor a la señora Indiferencia.
Yo retrasaba un fin inevitable, escudándome en la acechante soledad y sus colmillos afilados en torno a mi cuello.
Vivía el día a día sin preocuparme desmasiado ya que nada de lo que poseía y notaba perecedero o prescindible me importaba. Mas, lo que necesitaba, no corría ningún peligro.

Calma mi sueño cuando el sol asciende
dormido en la cama, hombre penitente
luce, cae por la pendiente
es el hada madrina de los confidentes

Rechaza un sueño desalentador, vuélvete a mí
sosegada calma de no sentir nada
yace condenada, en esta cama, espera el fin
que viene de mano de su alma enlatada.

Dime, Salvador ¿Cuándo vendrás? A romper el muro de este corazón.
Dime, Vida mía ¿Dónde estás? Que no logro alcanzar tu dulce voz.


Y dibujando rostros mágicos e indefinidos paso las noches. Los sueños, en los que de otro es el peso que siento sobre mi cuerpo.

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