miércoles, 28 de abril de 2010

Vacío

Estoy sentada junto a la ventana. Al lado de un sofá vacío. Vacío de verdad.
Hoy lo estoy viendo como es realmente. Sin ningún fantasma. Sin ningún sueño atrapado en una figura humana y delirante. Sin ningúna esperanza.
Hoy no veo un consuelo con la cabeza hundida entre os cojines del sofá.
Siempre he podido visualizar una compañía deseable. Siempre. Un rostro amigo. Unos ojos profundos y misteriosos. Un gesto de complicidad de alguien conocido (total o parcialmente). Una amiga y su comprensión infinita.
Una voz dulce.
Una mano grande, fuerte y cálida.
Pero hoy, hoy por (tercera, cuarta, quinta..) primera vez no veo a nadie.
No veo nada.
No sé si ya estoy tan vacía por dentro que ni puedo proyectar un deseo. Si no puedo reflejar un espejismo de lo que quiero, de lo que realmente quiero. Quizá no quiero nada. No quiero a nadie. Y ni siquiera deseo que cambie.
No hay en quien pensar.
Sé que hay muchos especiales. Sé que mil buenas ofertas han caducado. Que muchos trenes estupendos han pasado, pero pese a la soledad que me traen estos días no me arrepiento de ni una de las decisiones que tomé ¿Por qué?
Estará en mis genes.
Estará enterrado en mi conciencia, tan al fondo, que no puedo verlo. Quizá he perdido la fe o se ha marchado por no profesarla. Quizá todo se fue a la mierda en algún momento del que no me acuerdo. La ilusión, juguetona, se escapó.
Ahora creo que no puedo sentir, ni siquiera, nostalgia de alguien, de algo, de algún buen momento. No puedo sentir más que vacío y tristeza. Agridulce tristeza que ya ni me hiere como antes. Antes. Cuando tenía algún motivo.
Ahora sólo está ahí y es... cálida. Es un sentimiento que recuerdo fielmente. Que me hace recordar que estoy viva, que quizá quede esperanza. Que aun no estoy totalmente hueca.
El sofá está vacío, sí, pero es bonito.
Aun es bonito.

1 comentario:

El Drac dijo...

Qué bueno que no te aterre la soledad, tal vez por ser linda vivas rodeada de pretendientes y amigos y eso, indudablemente sirve de paliativo y casi ni se siente. El asunto es, cuando no tenemos a nadie. Un abrazo